El atentado en Poza de la Doncella tuvo lugar durante el viaje real de Jaehaerys I Targaryen en 51 d.C., en una escala en Poza de la Doncella.[1]
Historia[]
Los señores de la Casa Mooton invitaron a los monarcas a ser sus huéspedes en su fortaleza durante una quincena antes de continuar su travesía al Valle de Arryn. Los reyes aceptaron, y la reina Alysanne, que se encontraba encinta de su primer hijo, expresó su deseo de bañarse en la Poza de Jonquil, una charca de agua dulce que, según la leyenda, poseía extraordinarias propiedades sanatorias.
Los baños de piedra erigidos alrededor de la charca habían sido donados a una orden de santas hermanas, de modo que los hombres tenían vedada la entrada. Alysanne solo iba acompañada de sus damas y septas. Las hermanas de la orden que atendían los baños, pese a la bondad mostrada por los jóvenes reyes, odiaban la idea de que la monarca contaminase sus aguas sagradas bañándose mientras gestaba a la "abominación" de su esposo. Por ello, mientras Alysanne se despojaba de sus ropas tres de ellas aprovecharon para caer sobre ella armadas con puñales que ocultaban bajo sus hábitos. Sin embargo, las atacantes no eran guerreras ni habían tenido en cuenta el valor de las acompañantes de Alysanne, que se interpusieron para salvarla: la septa Edyth recibió una cuchillada que le cruzó el rostro; a Prudence Celtigar, le atravesaron el hombro; y Rosamund Ball acabó con un puñal hundido en el vientre, cuya herida provocaría la muerte de la joven tres días después.
Alysanne salió ilesa del ataque y los guardias reales que aguardaban fuera de los baños, Ser Joffrey Doggett y Ser Gyles Morrigen, entraron al escuchar aquel escándalo y redujeron a las atacantes: mataron a dos en el acto y a la tercera la torturaron. Reveló que media docena de hermanas habían ayudado en el plan, las cuales fueron ahorcadas por orden de Lord Mooton (el señor de la fortaleza también pretendía condenar al resto de hermanas de la orden, que no habían participado, pero fueron salvadas por intercesión de la reina). Sin embargo, el temor por la seguridad de los reyes hizo que el viaje real se pospusiese. Además, dicho evento motivó a Alysanne a exigir su propia protección, una que pudiese acompañarle a donde los hombres no pudiesen. De ese modo Jonquil Darke fue llamada a la corte para convertirse en la espada juramentada de la monarca.
Finalmente Alysanne dio a luz prematuramente al príncipe Aegon, que, pequeño y frágil, vivió solamente tres días. Su madre sufrió un deterioro de su salud a causa de esto, y aunque se recuperó, desde ese día culparía de la muerte de su hijo a las mujeres que habían atentado contra ella en Poza de la Doncella, pues si le hubiesen permitido bañarse en las salutíferas aguas de la Poza de Jonquil, el príncipe Aegon habría sobrevivido.[2]