solo hay dos que "talvez sepan la verdad" y esta es su unica conversacion, saquen sus conclusiones
Alcanzó a distinguir las figuras de dos hombres que subían. Sus sombras se proyectaban en las paredes del pozo, altas como las de gigantes. Le llegaba el eco de las voces subiendo por el pozo. —... ha encontrado a uno de los bastardos —decía uno—. El resto no tardarán en llegar. Un día, dos, un par de semanas... —Y cuando lo descubra, ¿qué hará? —preguntó una segunda voz, con el acento suave de las Ciudades Libres. —Sólo los dioses lo saben —replicó la primera voz. Arya alcanzó a divisar un jirón de humo gris, procedente de la antorcha, que se retorcía como una serpiente en su ascenso—. Los muy imbéciles intentaron matar a su hijo, y lo que es peor, fueron unos chapuceros. No es el tipo de hombre que olvida esas cosas. Te lo aseguro, tanto si nos gusta como si no, el lobo y el león se van a enfrentar muy pronto. —Demasiado pronto, demasiado pronto —se quejó la voz con acento—. ¿De qué nos sirve una guerra ahora? No estamos preparados. Retrásalo. —Es como si me pidieras que detuviera el tiempo. ¿Me has tomado por un mago? —Ni más ni menos —contestó el otro dejando escapar una risita. Las llamas lamieron el aire frío. Las sombras altas estaban casi a su nivel. Un instante más tarde, pudo ver al hombre que llevaba la antorcha, seguido por su acompañante. Arya se alejó silenciosamente del pozo, se dejó caer de bruces y se pegó todo lo posible a la pared. Contuvo la respiración. —¿Qué quieres que haga? —preguntó el que llevaba la antorcha, un hombre gordo que vestía una capa corta de cuero. Incluso con las pesadas botas, parecía que se deslizaba por el suelo sin hacer el menor ruido. Bajo el casco de acero se divisaba un rostro redondo con cicatrices y la sombra de una barba negra, llevaba una cota de mallas sobre las ropas de cuero, y del cinturón le colgaban una daga y una espada corta. A Arya le resultaba extrañamente familiar. —Si una Mano puede morir, ¿por qué no otra? —replicó el hombre que hablaba con acento; lucía una barbita amarilla de dos puntas—. Ese baile ya lo has bailado, amigo mío. Arya no lo había visto jamás, de eso estaba convencida. Era obeso hasta límites repugnantes, pero caminaba con paso ligero y apoyaba su peso en las puntas de los pies, como haría un danzarín del agua. Los anillos que lucía brillaban a la luz de la antorcha, eran de oro rojo y plata blanca, con incrustaciones de rubíes, zafiros y ojos de tigre. Tenía al menos un anillo en cada dedo, en algunos dos. —Aquello fue entonces, y esto es ahora. Y esta Mano no es igual que la otra —dijo el hombre de la cara marcada mientras se dirigían hacia el pasillo. «Inmóvil como una piedra —se dijo Arya—, silenciosa como una sombra.» Los hombres, deslumbrados por el resplandor de su antorcha, no la vieron pese a la escasa distancia. —Es posible —dijo el de la barba de dos puntas, que se había detenido para recuperar el aliento tras el largo ascenso—. Pero, sea como sea, necesitamos tiempo. La princesa está preñada. El khal no hará nada antes de que nazca su hijo. Ya sabes cómo son estos salvajes. El hombre de la antorcha empujó algo. Arya oyó una especie de retumbar. Desde el techo se deslizó una enorme losa de roca que a la luz de la antorcha parecía de color rojo. El estrépito estuvo a punto de hacerla gritar. Donde antes había estado la boca del pozo, sólo se veía piedra maciza. —Pues si no hace algo pronto, será demasiado tarde —replicó el hombre gordo del casco de acero—. Esto ya no es un juego para dos jugadores, si es que lo fue alguna vez. Stannis Baratheon y Lysa Arryn han escapado de mi alcance, y los rumores dicen que están reuniendo ejércitos. El Caballero de las Flores ha escrito a Altojardín para apremiar a su padre para que envíe a la corte a su hermana. La niña es una doncella de catorce años, dulce, hermosa y manipulable. Lord Renly y Ser Loras quieren que Robert se acueste con ella, la despose y la nombre reina. En cuanto a Meñique... las intenciones de Meñique sólo las conocen los dioses. Pero el que me quita el sueño es Lord Stark. Ya tiene al bastardo, ya tiene el libro, dentro de poco tendrá la verdad en sus manos. Y ahora, gracias a la intromisión de Meñique, su esposa ha secuestrado a Tyrion Lannister. Lord Tywin lo considerará un insulto, y Jaime siente un extraño afecto por el Gnomo. Si los Lannister van al norte, los Tully harán lo mismo. Tú dices que debemos demorarlo todo. Yo digo que todo lo contrario. Ni el mejor malabarista puede mantener en el aire cien pelotas a la vez durante mucho tiempo. —Tú eres mucho más que un malabarista, amigo mío. Eres un verdadero mago. Sólo te pido que sigas ejerciendo tu magia un poco más de tiempo. —Echaron a andar por el pasillo por el que había llegado Arya, hacia la habitación de los monstruos. —Haré lo que pueda —dijo en voz baja el que llevaba la antorcha—. Necesito oro y otros cincuenta pájaros. La niña dejó que se adelantaran, y caminó a hurtadillas tras ellos. «Silenciosa como una sombra.» —¿Tantos? —Las voces eran más tenues a medida que la luz se alejaba de ella—. Los que quieres tú no son tan fáciles de encontrar... Demasiado jóvenes para saber las palabras... quizá un poco mayores... no se morirían tan a menudo... —No... más jóvenes son más seguros... trátalos bien... —... si conservan las lenguas... —-.. es un riesgo... Mucho después de que las voces se perdiera a lo lejos, Arya alcanzaba todavía a divisar la luz de la antorcha, como una estrella humeante que le marcaba el camino.